Cada semana, espero que estas simples palabras les ayuden a encontrar paz y felicidad. Ya sea que vayan enfrentando sus temores, alivien el estrés y la ansiedad o lleguen a un punto de aceptación radical de uno mismo,
les ofrezco un espacio en el cual puedan tomar una pausa, respirar profundamente y fortalecer corazón y alma.
Bendiciones,
Tara

domingo, 30 de octubre de 2011

El arte sagrado de escuchar

Escuchar es acercarnos dulcemente
Con ganas de poder ser cambiados
Por lo que escuchamos.
 
                 —Mark Nepo - Poeta

¿Qué pasa cuando estamos en un estado de presencia al escuchar? Cuando estamos en ese estado de presencia al escuchar, experimentamos un sentido de receptividad y apertura, mediante el cual formamos parte de aquella presencia. Sea lo que sea que llamemos a aquella presencia (Dios, conciencia pura, nuestra naturaleza o estado de ser puro) los límites entre lo interior y lo exterior se disuelven, y nos convertimos en un luminoso campo de conciencia. Cuando estamos en esa presencia abierta y expansiva, podemos responder en vez de reaccionar a la vida, al camino que tenemos delante nuestro. Al ver la vida desde este estado de presencia terminamos enamorándonos de ella.

Este estado de presencia al escuchar es el precursor o requisito esencial para relacionarnos con los demás basados en el amor. A medida que vayamos obteniendo un mejor entendimiento de este estado de presencia al escuchar – el sonido y el tono de voz de la otra persona pueden ser recibidos de la misma manera en que recibimos el sonido de la lluvia  en una tarde otoño lluviosa – sin resistencia, con una mejor noción de cómo crear, apoyar, y mantener una relación amorosa.

Puede ser que esta manera de escuchar nos ponga en una posición muy vulnerable. Tan pronto como paramos de planear lo que vamos a decir o dejamos de manipular lo que dice la otra persona, de repente no tenemos control. Nos abrimos hacia nuestra propia tristeza, nuestra propia rabia e inquietud. Escuchar significa dejar de controlar. Es un gran desafío.

Cuando alguien nos habla, pasamos la mayoría del tiempo planeando lo que vamos a decir en cuanto la otra persona deje de hablar. En vez de escuchar nos pasamos la conversación evaluándola, intentando presentar nuestro punto de vista lo mejor posible, o controlando la situación. 

Escuchar de una manera pura es dejar de controlar. No es fácil y requiere mucha práctica. Sólo cuando podemos dejar de controlar, es cuando podemos recibir el amor puro. No podemos ver o entender a alguien en los momentos en los cuales estamos intentando  controlar lo que se dice o cuando nuestra intención es dejar una buena impresión con lo que decimos. En estas circunstancias, no hay espacio para que la otra persona crezca y para que pueda ser quien realmente es.  Escuchar y recibir incondicionalmente lo que otra persona expresa son expresiones de amor.

Cuando alguien nos escucha, nos sentimos conectados. Cuando nadie nos escucha, nos sentimos separados. Ya sea que nos estemos comunicando entre diferentes tribus, grupos étnicos, razas o generaciones, necesitamos poder escucharnos. A medida que nos entendemos mejor, tenemos menos miedo.  Cuando tenemos menos miedo, confiamos más. Y cuando más confiamos, más dejamos que el amor fluya en nuestras vidas.  


No es verdad que para llegar a conocer la verdadera belleza de un árbol,
Uno debe de descansar tranquilamente debajo de su sombra?
¿No tiene que ponerse debajo de su sombra?
Para conocer a alguien, es necesario pararnos debajo de su sombra por un momento.
¿Qué significa esto?
Significa poder escuchar en silencio y recibir la esencia de quién realmente es
Como si estuviéramos debajo de la sombra de un árbol, conociéndolo desde su interior.


Más información disponible en: http://www.tarabrach.com/audiodharma-Spanish.html



lunes, 24 de octubre de 2011

El estrés y la meditación

El mago Harry Houdini viajaba por los pequeños pueblos de Europa haciendo sus demostraciones de escapismo. Pedía ser atado por los carceleros con una camisa de fuerza y luego ser encerrado en una celda para ver si podía escaparse. Una y otra vez, todos los espectadores quedaban asombrados ya que no había camisa ni celda alguna que pudiese contener a Houdini.



Un día, en una aldea irlandesa, delante de una multitud de gente, consiguió zafarse de la camisa de fuerza que le habían puesto pero por más que tratase, no podía abrir el candado de la celda. Después de varias horas, desilusionados, los lugareños se fueron. Houdini no entendía qué pasaba ya que hasta aquel momento, nunca ningún candado le había dado tal reto. Confundido y frustrado, Houdini preguntó al carcelero acerca de la cerradura, intentando entender por qué no podía abrirla. El carcelero le dijo, “Es una cerradura común y corriente. No tiene nada de especial. Sabiendo que tu puedes abrir cualquier cerradura, no me molesté en cerrarla con llave.” 


Houdini, no lo podía creer. Había estado encerrándose dentro de la celda todo el tiempo ya que suponía que la cerradura estaba echada llave. Estaba libre desde un principio.


Algo muy similar nos ocurre a nosotros. Pasamos el día suponiendo que hay un problema con nosotros mismos, que hay algo malo que nos queda por resolver. Limitamos nuestra perspectiva, nos ponemos tensos, ocupados, nos estresamos. 
¿No es así? 

El Buddha dijo que lo que piensa una persona se refleja en su mente y se convierte en una tendencia de la misma. Esto también afecta a nuestros cuerpos. Si estamos preocupados, nuestro cuerpo produce un flujo constante de adrenalina y cortisol que nos mantiene nerviosos e inquietos.

Consideremos lo siguiente: ¿Los pensamientos que uno tiene durante el día producen un sentimiento de bondad, interés, o posibilidad? ¿O despiertan tensión, separación, o inquietud?

La neurociencia y sus avances más recientes confirman que las neuronas que se activan juntas permanecen juntas. Esto quiere decir que mientras más pensamos en algo, más forma parte de nuestra realidad. A un nivel físico, la conección entre neuronas se fortalece.


La meditación nos ofrece un método completamente radical para liberarnos de los pensamientos que no nos favorecen, de aquel trance en el cual caemos debido al estrés. Podríamos llamarlo: trance estresante. A medida que profundizamos nuestra práctica de meditación, desarrollamos la habilidad de volvernos conscientes de nuestros pensamientos. Esto nos da la libertad de elegir dónde poner nuestra atención. Poco a poco nos vamos dando cuenta que no es necesario creer en nuestros pensamientos. En especial, aquellos pensamientos que no nos favorecen y van formando una celda alrededor de nuestra mente. Una celda como la de Houdini, que parece estar cerrada, pero en realidad está abierta y somos nosotros los que inconscientemente nos encerramos.    



Más información disponible en: http://www.tarabrach.com/audiodharma-Spanish.html