Cada semana, espero que estas simples palabras les ayuden a encontrar paz y felicidad. Ya sea que vayan enfrentando sus temores, alivien el estrés y la ansiedad o lleguen a un punto de aceptación radical de uno mismo,
les ofrezco un espacio en el cual puedan tomar una pausa, respirar profundamente y fortalecer corazón y alma.
Bendiciones,
Tara

viernes, 27 de julio de 2012

Viviendo de todo corazón


Las personas más felices que conozco tienen algo en común: encaran la vida de todo corazón, ya sea que estén meditando, jugando o trabajando. Tienen la capacidad de dar de si mismos completamente en el momento presente.

A muchos de nosotros nos cuesta vivir la vida con este nivel de presencia. Aquí hay un ejemplo:

Se regala: un pequeño gato de color anaranjado acaramelado,  seis meses de edad, juguetón, amigable, ideal para una familia con niños o joven y guapo marido de 32 años, llevadero, gracioso, con buen trabajo pero no le gustan los gatos. Él o el gato se van. Llame a Jennifer y escoja uno de los dos.

¿Con cuánta frecuencia vemos que nuestras relaciones, en vez vivirlas con una presencia de amor, las afrontamos con la idea de cambiar a la otra persona o ser diferentes? ¿Cuán a menudo notamos que nuestras inseguridades no nos dejan ser espontáneos, francos, o dar todo nuestro corazón? Piensa en una relación importante en tu vida y pregúntate: ¿Qué se interpone entre mí y mi habilidad de estar completamente presente con esta persona? Observa que pensamientos te vienen a la mente: el miedo de no ser lo suficiente, el sentir de que no hay suficiente tiempo, el querer que las  cosas sean de una cierta manera.  

Este mismo tipo de condicionamiento se ve reflejado en todos los aspectos de nuestras vidas a tal punto que forma parte de la manera en la cual nuestros cerebros han ido evolucionando. Para sentirnos al mando necesitamos controlar las cosas. Tratamos de evadir las desilusiones y prevenir que las cosas nos salgan mal.

Si dejamos que este condicionamiento dirija nuestras acciones, nos perdemos gran parte de la vida. Carl Jung dijo: “Nada tiene mayor influencia sicológica, en nuestros círculos sociales, especialmente sobre nuestros niños, que la vida no vivida de los padres.” La vida no vivida se va acumulando en aquellos momentos en los cuales no vivimos de todo corazón, en los momentos en los cuales estamos ocupados, yendo de prisa o tratando de no sentir o evadir nuestros sentimientos. La vida no vivida también es producto de las relaciones personales en las cuales no nos permitimos llegar un nivel de intimidad en el cual reconocemos nuestras emociones. La vida no vivida es aquella pasión, sueño o aventura que no seguimos.  La vida no vivida ocurre como mecanismo de auto-protección contra el sufrimiento pero termina llevándonos al mismo.

Lo que yo me he dado cuenta, al conversar con otras personas, es que para poder vivir de todo corazón uno necesita estar dispuesto a dejar de controlar. Al dejar ir de nuestra manera típica de aferrarnos y protegernos nos liberamos a poder expresarnos con vitalidad, creatividad y amor.

Si es que experimentamos con la idea de dejar ir del control, si nos proponemos a vivir de todo corazón, nuestro ser se expande. De esta manera vamos descubriendo el cariño y curiosidad innatos que nos llevan a entregarnos completamente al presente momento a momento. En vez que correr a la meta final, escogemos, de todo corazón, estar aquí para nuestra vida.      

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lunes, 16 de julio de 2012

Compasión


Esta es una de mis historias preferidas.

Una tarde, un perro que nunca había visto apareció en mi jardín. Se veía muy cansado el pobre. Como si nos conociécemos desde siempre, vino detrás mío por la puerta principal y se entró. Se fue por el pasillo principal hacia la sala de estar, se acostó en el sillón y tomó una siesta de una hora.

Ya que ni a mi ni a mis perros nos incomodaba su presencia y parecía ser un buen perro, decidí dejarlo dormir. Pasada una hora, se levantó, fue hacia la puerta y me pidió que lo dejase salir.

Curiosamente, el próximo día, el mismo perro estaba de vuelta. Fue directamente hacia el sillón, se acomodó como el día anterior y tomó otra siesta de una hora.  

Esto continuó por varias semanas. Finalmente, ya que tenía curiosidad por saber más, enganché una nota en su collar diciendo: “Cada tarde su perro viene a mi casa para tomar un siesta. A mí no me molesta en lo absoluto. Sólo quisiera asegurarme que usted esté al tanto.”

El próximo día mi nuevo amigo canino llegó con una nota diferente enganchada a su collar. La nota decía: “Él vive en un hogar con tres niños. Está tratando de recuperar el sueño perdido. Podría yo venir mañana junto con él?”

La compasión puede ser descrita como el dejar ser tocados por la vulnerabilidad y el sufrimiento que existen dentro de nosotros y todos los seres viventes. El florecer de la compasión en nuestras vidas también require de acción. No solamente debemos sintonizarnos a la presencia del sufrimiento sino también responder a la misma.

Hay una expresión que me encanta: “Sé amable, todo el mundo está luchando en la vida.”
  
No importa qué edad tengamos, si es que estamos en un cuerpo humano, en el planeta Tierra, muchas veces las cosas no son fáciles. No quiere decir que siempre tengamos que luchar o que la vida sea mala. A lo que me refiero es que a veces en la vida hay retos.

Nuestro condicionamiento social es tal que rehuimos al sufrimiento. El despertar con un corazón de compasión requiere una sincera intención y voluntad de practicarla. Puede ser un proceso simple. En el transcurrir de tu día, cuando te encuentres con diferentes personas, ve lo suficientemente despacio para preguntarte: ¿Cómo será la vida para esta persona? ¿Qué será lo que más necesita esta persona?

Si profundizas tu atención, encontrarás que todos a los que conoces viven con vulnerabilidad. Todos viven con miedo, han experimentado pérdidas e incertidumbre. Todos, a un cierto nivel, necesitan sentirse seguros, amados y ser vistos.

Sé amable, ve despacio y presta atención.

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miércoles, 11 de julio de 2012

La cooperación absoluta con lo inevitable


El místico jesuita, Anthony de Mello, dijo una vez: “La iluminación de nuestro ser es el resultado de la cooperación absoluta con lo inevitable.” Esta frase me hace reflexionar. Me parece que significa vivir de un modo en el cual estamos completamente abiertos hacia la vida tal y como es.  

En el océano Atlántico la corriente del Golfo fluye de la punta de la Florida bordeando la costa este de los Estados Unidos. Si uno pusiese una espiga alineada con el flujo de la corriente, flotaría con la corriente en dirección del norte. La espiga estaría en alineamiento, en un estado de gracia. Si no estuviese alineada con el fluir de la corriente, giraría sin control y no seguiría la corriente.

Alinearnos con el fluir de la vida es parte esencial de nuestra práctica de meditación de conciencia. De igual modo que la espiga, si nosotros no estamos alineados con el fluir de la vida, giramos fuera de control, en un estado de reacción, incapaces de sintonizarnos hacia la gracia divina. Al dejar que la vida fluya a través nuestro, nos mantenemos en alineamiento.
¿De qué maneras perdemos nuestra conexión con el fluir de la vida?

Mientras volvía a casa el otro día en mi automóvil noté lo siguiente. Tengo la costumbre de ir a una cierta velocidad. La persona delante mío iba despacio, demasiado despacio según yo. Ustedes conocen esa sensación ¿no es verdad? Yo no iba de prisa, no es que tenía una cita o un vuelo que tomar. Aún así empecé a sentirme impaciente y ansiosa. Con todo mi ser quería ir más rápido y no estaría contenta hasta que la situación cambiase.

En aquel momento hice una pausa mental. Me di cuenta que estaba luchando contra el momento presente e intenté dejar ir ese deseo. Este es un ejemplo pequeño de lo que sucede de varias maneras en nuestra experiencia humana. Nos quedamos trancados pensando que la felicidad no es posible sino hasta que cambien las cosas. Por ende, nos causamos tremenda infelicidad a nosotros mismos porque continuamente demandamos que las cosas sean diferentes.

Es interesante darnos cuenta cómo sucede esto o de dónde proviene el sentimiento. Me parece que es resultado del condicionamiento social en relación a los que nos trae felicidad. Crecemos creyendo que necesitamos ciertas cosas para ser felices. Por ejemplo decimos: “Si me dieran esa posición…si ganase tal monto…si sólo pudiese vivir en tal sitio... entonces sería feliz.” También pensamos: “Si sólo estaría más saludable…delgada…musculoso…cambiase de jefe o pareja.” La lista nunca termina.

Pasamos la vida esperando a que nuestra situación mejore para poder sentirnos contentos. Mientras sigamos pensando que nuestra felicidad depende de los eventos externos de nuestra vida, los cuales cambian continuamente, siempre estaremos esperando el momento perfecto.

¿Qué pasaría si pausáramos y nos alineáramos con la fluir de la vida?
¿Qué pasaría si nos moviéramos con el flujo de lo que sucede en este momento?
¿Qué significaría esto en tu vida aquí y ahora?

Alinearnos con lo que está aquí y ahora es una manera de practicar presencia. Nos ayuda a actuar en la vida con creatividad y compasión. De esta manera creamos una apertura mediante la cual podemos conectarnos con la inteligencia universal, el amor universal, dejándolo fluir por nuestro ser. Cuando la espiga está alineada con la corriente, ésta fluye a través de ella. Cuando nos alineamos con el fluir de nuestras vidas, hay una sabiduría universal, un amor que fluye a través nuestro que nos conecta con nuestra naturaleza eterna.


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