Esta es una de mis historias preferidas.
Una tarde, un perro que nunca había visto apareció en mi
jardín. Se veía muy cansado el pobre. Como si nos conociécemos desde siempre,
vino detrás mío por la puerta principal y se entró. Se fue por el pasillo principal
hacia la sala de estar, se acostó en el sillón y tomó una siesta de una hora.
Ya que ni a mi ni a mis perros nos incomodaba su
presencia y parecía ser un buen perro, decidí dejarlo dormir. Pasada una hora,
se levantó, fue hacia la puerta y me pidió que lo dejase salir.
Curiosamente, el próximo día, el mismo perro estaba de vuelta.
Fue directamente hacia el sillón, se acomodó como el día anterior y tomó otra
siesta de una hora.
Esto continuó por varias semanas. Finalmente, ya que
tenía curiosidad por saber más, enganché una nota en su collar diciendo: “Cada
tarde su perro viene a mi casa para tomar un siesta. A mí no me molesta en lo absoluto.
Sólo quisiera asegurarme que usted esté al tanto.”
El próximo día mi nuevo amigo canino llegó con una nota
diferente enganchada a su collar. La nota decía: “Él vive en un hogar con tres
niños. Está tratando de recuperar el sueño perdido. Podría yo venir mañana junto con él?”
La compasión puede ser descrita como el dejar ser tocados
por la vulnerabilidad y el sufrimiento que existen dentro de nosotros y todos
los seres viventes. El florecer de la compasión en nuestras vidas también require
de acción. No solamente debemos sintonizarnos a la presencia del sufrimiento
sino también responder a la misma.
Hay una expresión que me encanta: “Sé amable, todo el
mundo está luchando en la vida.”
No importa qué edad tengamos, si es que estamos en un
cuerpo humano, en el planeta Tierra, muchas veces las cosas no son fáciles. No
quiere decir que siempre tengamos que luchar o que la vida sea mala. A lo que me
refiero es que a veces en la vida hay retos.
Nuestro condicionamiento social es tal que
rehuimos al sufrimiento. El despertar con un corazón de compasión requiere una
sincera intención y voluntad de practicarla. Puede ser un proceso simple. En el transcurrir de tu día, cuando te encuentres con diferentes personas, ve lo
suficientemente despacio para preguntarte: ¿Cómo
será la vida para esta persona? ¿Qué será lo que
más necesita esta persona?
Si profundizas tu atención, encontrarás
que todos a los que conoces viven con vulnerabilidad. Todos viven con miedo,
han experimentado pérdidas e incertidumbre. Todos, a un cierto nivel, necesitan
sentirse seguros, amados y ser vistos.
Sé amable, ve despacio y presta
atención.
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